El presidente sirio interino, Ahmad al Sharaa, ordenó el domingo que una "comisión independiente" investigue las matanzas de civiles en el oeste del país, que dejaron más de 800 muertos según una oenegé, un estallido de la violencia que despertó indignación internacional.
Al menos 481 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes pro-Asad murieron en los combates, según el OSDH.
Las autoridades no han comunicado ningún balance.
La violencia empezó con un ataque el jueves de los partidarios de Al Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jableh, en la gobernación de Latakia, en el oeste.
Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita, una rama del islam chiita, de la que proviene el clan Al Asad.
Al Asad fue derrocado en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. Luego huyó a Moscú con su familia.
"Lo que está pasando en el país (...) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país", declaró Ahmed Al Sharaa en un discurs
o en una mezquita de Damasco, la capital.
Asimismo, anunció la formación de una "comisión de investigación independiente" de las "violaciones contra los civiles", para identificar a los responsables y llevarlos ante los tribunales.
"Vamos a pedir cuentas con firmeza y sin indulgencia a todos los implicados en el derramamiento de sangre des civiles", declaró más tarde en un video divulgado por la agencia de prensa oficial siria Sana.
"Somos garantes de todo el pueblo sirio y de todas las confesiones, y protegemos a todo el mundo del mismo modo", sostuvo por su parte el canciller sirio, Asad al Shaibani, en Ammán, donde está de viaje.