¿Podría renunciar? Las dudas sobre si el papa Francisco será capaz de permanecer en el cargo iban en aumento este viernes, cuando se cumple una semana de su hospitalización por neumonía, sin que se sepan muchos detalles sobre su salud ni sobre cuánto tiempo seguirá ingresado.
Según una fuente del Vaticano, el pontífice recibe a sus colaboradores más próximos, lee, firma documentos y atiende asuntos por teléfono.
Pero, aunque el estado del jefe de la Iglesia católica "mejore ligeramente", según el último boletín de salud, no sé sabe cuánto durará esta hospitalización, la cuarta desde 2021.
El papa lleva una semana sin aparecer en público y El Vaticano no ha dicho nada sobre sus compromisos de las próximas semanas.
Una falta de claridad que atiza las conjeturas sobre si será capaz de mantenerse en el cargo a medio plazo, y más teniendo en cuenta que el derecho canónico no prevé nada en caso de problema grave que perturbe su lucidez.
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En cuanto a su dimisión, Francisco tampoco ha sido nunca muy claro: siempre ha dejado la puerta abierta a una renuncia, como ya hizo su predecesor Benedicto XVI, e indicó que poco después de su elección, en 2013, firmó una carta de dimisión por si su salud empeoraba al punto de impedirle ejercer sus funciones.
Pero también ha afirmado que quiere continuar al frente de la Iglesia mientras su salud se lo permita, asegurando que uno "gobierna con la cabeza y no con las piernas".
Pero la gravedad de esta infección, potencialmente mortal, se suma a una lista ya larga de antecedentes -- operaciones de colon y del abdomen, problemas de movilidad, infecciones respiratorias -- y podría darle una vuelta a la situación.
Jorge Bergoglio ha logrado superar sus problemas de movilidad relacionados con el sobrepeso y los dolores de rodilla utilizando una silla de ruedas. Pero sus problemas respiratorios, los de un octogenario al que le retiraron el lóbulo superior del pulmón derecho cuando tenía 21 años, generan más interrogantes.
El obispo de Roma ya se ha visto obligado a cancelar varios compromisos en lo que va de año, o a delegar la lectura de sus textos o incluso parar en plena homilía, casi sin aliento.
FUENTE: AFP