Nueva York, Estados Unidos. En su intento de reconquistar al mundo del deporte, Donald Trump será el primer presidente en ejercicio que asista al Super Bowl, la final de la liga profesional de fútbol estadounidense NFL que se celebra el domingo, a la que suele acusar de ser demasiado progresista.
Ávido aficionado de los deportes, hasta el punto de haber comprado un equipo profesional de fútbol americano a mediados de la década de 1980, Trump recibió una fría acogida por parte del sector durante su primer mandato.
Varios equipos campeones llegaron incluso a romper con la tradición de visitar la Casa Blanca para mostrar su oposición a las políticas del presidente, entre ellos los Philadelphia Eagles, ganadores del Super Bowl en 2017.
Pero a medida que su base electoral se fue ampliando durante la campaña presidencial, el efervescente republicano recuperó poco a poco el año pasado un hueco en el deporte.
Como muestra de este cambio, el lunes recibió a bombo y platillo al club de hockey Florida Panthers, vigente campeón de la liga NHL.
Donald Trump dirige ahora su atención al fútbol americano, viajando a Nueva Orleans para asistir al partido del domingo entre los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles.
Entre los propietarios de equipos de la NFL que contribuyeron financieramente a la última campaña presidencial, la inmensa mayoría se decantaron por los republicanos.
"La NFL nunca ha sido un bastión de la izquierda, pero la última campaña hizo del fútbol americano un escenario políticamente más disputado de lo habitual", señala Amy Bass.
La académica cita la elección del compañero de fórmula de la demócrata Kamala Harris, Tim Walz, un antiguo entrenador de fútbol americano de instituto.
Apartándose de su estilo de comunicación habitual, los demócratas han recurrido regularmente a parábolas futbolísticas y han destacado a varios exjugadores en sus filas.
FUENTE: AFP